Entonces David, los ancianos de Israel y los capitanes de millares, todos los principales del reino, fueron a traer el arca del pacto del Señor de la casa de Obed-edom con alegría. La pompa y solemnidad de la ocasión, junto con su evidente aspecto gozoso, debían causar una profunda impresión en las mentes de todos los que participaron y así llenarlos de veneración por el arca y todo lo que representaba.

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