Entonces David y los ancianos de Israel, y los capitanes de millares, fueron a traer el arca del pacto de Jehová de la casa de Obed-edom con alegría.

Entonces David, y los ancianos... y los capitanes... fueron. El piadoso designio de David al ordenar a todos sus principales ministros y oficiales que tomaran parte en esta solemne obra, e impartir tanta pompa e imponente ceremonia a la procesión, era evidentemente inspirar en la mente popular una profunda veneración por el arca y dar a los jóvenes, sobre todo, saludables impresiones de religión, que serían renovadas por el recuerdo de que habían sido testigos de la augusta solemnidad en que participaron el rey y la más alta aristocracia del país, compitiendo con todas las demás clases por hacer honor a la Dios de Israel.

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