Y además, los siervos del rey, representados por Benaía, vinieron a bendecir a nuestro señor, el rey David, diciendo: Dios haga el nombre de Salomón mejor que tu nombre, y haga su trono más grande que tu trono. Y el rey se inclinó sobre la cama, se levantó de su postura acostada y se inclinó hacia delante todo lo que pudo, en actitud de oración.

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