Y sucedió que en ese tiempo cuando Jeroboam salió de Jerusalén, cuando había comenzado su trabajo como superintendente, el profeta Ahías silonita lo encontró en el camino; y él, Ahías, se había vestido con una prenda nueva, una gran pieza de tela cuadrada, echada sobre los hombros y que cubría casi todo el cuerpo durante el día y usada por la noche como cobertor; y los dos estaban solos en el campo.

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