Vive Jehová tu Dios, que no hay nación ni reino, a saber, de los de toda la vecindad, a donde mi señor no envió a buscarte, porque tal fue su amargura contra el profeta; y cuando dijeron: No está allí, juró por el reino y la nación que no te encontraron. En su gran temor, Abdías indudablemente hizo demasiado hincapié en este punto y se volvió culpable de exageración.

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