Así terminó toda la obra que hizo el rey Salomón para la casa del Señor. Y Salomón trajo las cosas que su padre David había dedicado; puso la plata, el oro y los vasos entre los tesoros de la casa del Señor. David había tomado grandes cantidades de metal, bronce, plata y oro de las naciones que había conquistado. Tan grande fue la provisión que no se agotó por la gran demanda que se hizo a los almacenes en la construcción del Templo y la realización de los diversos nombramientos para los servicios.

La voluntad de sacrificarse por la obra del Señor, también de construir y equipar lugares de adoración, agrada por completo al Señor si fluye de un corazón lleno de verdadera sabiduría hacia Él.

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