Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con el Señor, nuestro Dios, consagrado a él en lealtad indivisa, para andar en sus estatutos y guardar sus mandamientos, como en este día. Una oración verdadera, hecha con el fervor de un corazón que confía en la misericordia de Jehová por amor a Cristo, siempre es aceptable a sus ojos.

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