En el octavo día, es decir, de la Fiesta de los Tabernáculos, despidió al pueblo. Y bendijeron al rey, deseándole la plenitud de la buena fortuna, y fueron a sus tiendas, regresaron a sus hogares, gozosos y alegres de corazón por todo el bien que el Señor había hecho por David, su siervo, y por Israel, su gente. El que ha dado gracias sinceramente al Señor por toda su bondad y misericordia, puede volver a su trabajo con alegría y paz.

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