Y el Señor le dijo: He escuchado tu oración y tu súplica que has hecho delante de mí, en la dedicación del templo. Yo santifiqué esta casa que tú edificaste para poner allí mi nombre para siempre; al llenar el templo con la nube de su presencia llena de gracia, aseguró a Salomón ya todo Israel su ayuda misericordiosa; y mis ojos y mi corazón estarán allí perpetuamente, sus ojos, para velar por su pueblo escogido, también contra sus enemigos, y su corazón con amor sincero y solicitud por su bienestar.

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