Y David dijo a Saúl, con verdadera modestia, sin la menor sospecha de la astucia de Saúl: ¿Quién soy yo? y ¿cuál es mi vida o la familia de mi padre en Israel para que yo sea yerno del rey? David dio a entender que ni su propia persona ni su posición en la vida, ni sus conexiones familiares lo hacían merecedor del honor que le ofrecía el rey.

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