Y Saúl mandó a sus siervos, diciendo: Hablen con David en secreto, como si lo hubieran hecho sin el conocimiento del rey, y digan: He aquí, el rey se agrada de ti, y todos sus siervos te aman; ahora, pues, sé yerno del rey. La oferta era pura hipocresía, y tanto más repugnante cuanto que era parte del plan del rey para destruir a David a través del amor de Mical.

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