Y sucedió que cuando David terminó de hablar estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿Es esta tu voz, hijo mío David? Saúl se sintió profundamente afectado por el fervor de David, por la justicia de su súplica, por la piadosa reverencia que mostraba. Y Saúl alzó la voz y lloró, momentáneamente abrumado por la emoción.

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