Y sucedió que cuando David terminó de hablar estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿Es ésta tu voz, hijo mío David? Y Saúl alzó la voz y lloró.

Ver. 16. Y Saúl alzó la voz y lloró. ] Como vencido por la bondad de David, cuya inocencia ahora triunfaba en la conciencia de Saúl, y producía una veleidad, un movimiento imperfecto de la voluntad: pero no voluntatem, una voluntad directa y completa contra su pecado.

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