Así que David detuvo a sus siervos con estas palabras, literalmente, "despedaza, corta", dijo de una reprimenda solemne, y les permitió no levantarse contra Saúl, con el propósito de vengarse sangrientamente del opresor. Pero Saúl se levantó de la cueva y siguió su camino. El acto de David fue de verdadera magnanimidad. Los cristianos siempre deben recordar dejar la venganza en manos de Dios, ya que Él pagará de manera adecuada y justa.

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