Y su corazón se enalteció en los caminos del Señor, estaba tan lleno de fe y piedad que fue exaltado por encima de la bajeza y mezquindad de la idolatría y las transgresiones voluntarias. Además, quitó los lugares altos, los consagrados a Baal, y las arboledas, los pilares de madera consagrados a Astarté, de Judá. Parece que el pueblo recurrió a la idolatría tan pronto como un rey se descuidaba en su insistencia en la adoración verdadera únicamente.

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