Así el rey Joás no se acordó de la bondad que le había hecho su padre Joiada, siendo su consejero firme y confiable durante tantos años, sino que mató a su hijo. La ingratitud es la marca de los impíos. Y cuando él, Zacarías, murió, dijo: El Señor lo mire y lo requiera, dejó la venganza, el castigo de este crimen, a Jehová.

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