Y ahora tenéis el propósito de mantener a los hijos de Judá y de Jerusalén por siervos y siervas para vosotros, tratándolos como esclavos de naciones paganas, como fueron capturados en la guerra legítima; pero, ¿no hay contigo, contigo mismo, pecados contra el Señor, tu Dios? Sus propios pecados nacionales eran de tal naturaleza que difícilmente podían erigirse en jueces de sus hermanos para castigarlos con una dureza y una crueldad tan bárbaras sin precedentes.

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