Pero un profeta del Señor estaba allí, cuyo nombre era Oded, todavía mantenía su posición en medio de la nación idólatra; y salió delante del ejército que había llegado a Samaria, antes de que hubieran llegado a la capital, y les dijo: He aquí, porque el Señor, el Dios de vuestros padres, se ha enojado contra Judá, los ha entregado en vuestras manos, no por causa del superioridad de las armas y el valor de Israel, y los habéis matado con una furia que llega hasta el cielo, en una matanza frenética, en una carnicería no provocada, por la cual habían abusado de su victoria.

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