Y Acaz durmió con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad, en Jerusalén, por causa de su oficio, no de su persona; pero no lo llevaron a los sepulcros de los reyes de Israel, no deshonraron los sepulcros de los buenos reyes del linaje de David poniendo su cadáver a su lado; y reinó en su lugar Ezequías, su hijo. Un destino terrible le espera a quien se niega a detenerse en su carrera de enemistad hacia Dios y muere en la dureza de su corazón.

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