Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, envió a sus siervos a Jerusalén, (pero él mismo puso sitio a Laquis, una fortaleza en la frontera filistea, en el camino a Egipto, que era su verdadero objetivo, y todo su poder con él, todas las fuerzas armadas bajo su soberanía,) a Ezequías, rey de Judá, y a todo Judá que estaba en Jerusalén, diciendo:

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