de modo que los sacerdotes no podían estar de pie para ministrar a causa de la nube, siendo esta la conocida nube de luz (shejiná) que habita en el Tabernáculo desde el tiempo de Moisés; porque la gloria del Señor, manifestando su presencia llena de gracia en esta nube maravillosa, había llenado la casa de Dios. En el Nuevo Testamento tenemos una manifestación mucho más maravillosa de la presencia misericordiosa de Dios, ya que el Verbo eterno se hizo carne y habitó entre los hombres, revelándoles Su gloria, una gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad.

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