¿He subido ahora sin el Señor contra este lugar para destruirlo? El Señor me dijo: Sube contra esta tierra y destrúyela. Era una mentira audaz: lejos de estar justificados al confiar en Jehová, dicen los asirios, Él estaba más bien de su parte, habiéndoles comisionado para destruir Jerusalén. El objeto de este atrevido discurso fue, por supuesto, romper la moral de los habitantes de la ciudad, muchos de los cuales escucharon el mensaje.

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