Y Elías dijo a Eliseo: Te ruego que te quedes aquí; porque el Señor me envió a Betel. Su humildad lo impulsó a hacer esta petición, porque no sabía si su traslado al cielo sería asistido por algún testigo. Y Eliseo le dijo con juramento solemne: Vive Jehová y vive tu alma, que no te dejaré. Estaba ligado a su maestro, a su padre espiritual, con los lazos del más fiel afecto. Bajaron, pues, a Betel, la famosa ciudad más cercana a Jerusalén, donde también había una escuela de profetas.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad