Y su asignación era una asignación continua que le daba el rey, un ingreso regular del que podía depender, una tarifa diaria por cada día, todos los días de su vida. Este incidente fue una señal favorable para los judíos cautivos, recordándoles el hecho de que el Señor tenía la intención de poner fin a su cautiverio, si tan sólo reconocieran sus pecados y se volvieran a Él en verdadero arrepentimiento. Esperaba con ansias el día aún más glorioso en el que el Señor enviaría al Mesías prometido.

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