Y derribaron las ciudades, y en todo buen pedazo de tierra, cada uno arrojó su piedra y la llenó, dejándola inservible para la producción de grano; y taparon todos los pozos de agua y talaron todos los árboles buenos; sólo en Kir-haraseth dejaron sus piedras, la ciudad capital, la fortificación más importante del país, la sitiaron en último lugar; sin embargo, los honderos lo rodearon y lo golpearon, matando a los hombres de la guarnición que se asomaban a las murallas.

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