Y nuevamente, su segunda razón, ¿a quién debo servir? ¿No debería servir en presencia de su hijo? Esta idea la presentó a Absalón como evidente por sí misma. Como he servido en presencia de tu padre, delante de tu padre, así estaré en tu presencia. Esto halagó y satisfizo a Absalón, inmensamente vanidoso como era, porque sentía que las mejores mentes de la nación estaban ahora de su lado.

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