Y la mujer, esposa de este hombre, con rápida presencia de ánimo, tomó y extendió una cubierta sobre la boca del pozo, sobre la abertura de la cisterna, y extendió sobre ella maíz molido, como si estuviera secando granos de cebada; y la cosa no se supo, porque la abertura no era visible y por lo tanto no podía despertar sospechas.

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