Pero Amasa no hizo caso de la espada que estaba en la mano de Joab, es decir, en la izquierda, con la que acababa de levantarla; así que él, Joab, lo golpeó con ella en la quinta costilla, en el abdomen, y derramó sus entrañas en el suelo, y no volvió a golpearlo, porque no había necesidad de repetir el golpe; y él murió. Fue un asesinato a sangre fría, un acto de malicia, producto de los celos y el deseo de venganza. Entonces Joab y Abisai, después del asesinato de Amasa, persiguieron a Seba, hijo de Bicri.

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