Y cuando el hijo de Saúl, Is-boset, se enteró de que Abner había muerto en Hebrón, sus manos estaban débiles, flojas, se desanimó por completo y todos los israelitas estaban preocupados, no solo aterrorizados, sino completamente sin saber qué hacer a continuación. Las cosas se volvieron completamente inestables, reinaba el caos en Israel.

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