Entonces entró el rey David y se sentó delante del Señor, pasó algún tiempo en la tienda donde estaba el arca de la presencia del Señor; pues tardó mucho en familiarizarse con el contenido milagroso del mensaje que se le anunció; y dijo: ¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi casa, toda su familia, que me has traído hasta aquí? Reconoció humildemente que todas las bendiciones y beneficios que le había otorgado el Señor eran expresiones de su amor y misericordia gratuitos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad