y aunque vayan al cautiverio delante de sus enemigos, esperando salvar sus vidas entregándose al enemigo, desde allí mandaré la espada, empuñada por los que los odiaban, y los matará; y pondré mis ojos sobre ellos para mal y no para bien, manteniéndolos bajo observación sin cesar, de modo que escapar sea una absoluta imposibilidad. La omnipresencia y el poder omnipotente del Señor se destacan aún más.

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