De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.

Tenga en cuenta que la tribu de Judá se menciona primero, ya que el cuarto hijo de Jacob se convirtió en el portador de la promesa mesiánica y el antepasado del Mesías. Después de un intervalo, durante el cual se supone que tuvo lugar el sellamiento, se anuncia el número total de los que fueron sellados con la marca protectora de Dios. Juan no hizo el conteo él mismo, sino que solo escuchó el número, porque solo el Señor conoce a los que son Suyos.

Evidentemente es un número colectivo, estereotipado, destinado a incluir a todos aquellos que pertenecen al verdadero Israel, a la congregación de los creyentes, de todas las lenguas y naciones. La enumeración de las tribus también se hace simplemente para obtener el número doce, de acuerdo con la antigua forma de calcular. Es por esta razón que José sustituye a Efraín y que Dan se omite; Lev. Se menciona con el resto, porque en la Iglesia de Cristo no hay un sacerdocio distintivo, sino que todos pertenecen al sacerdocio real. El sello del Señor fue puesto sobre el número definido de aquellos a quienes había escogido para vida eterna.

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