Y el rey habló con ellos, examinándolos en todas las ramas que habían estudiado; y entre todos ellos no se encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, ninguno de los otros los igualaba ni en belleza física ni en excelencias mentales; por tanto, se presentaron ante el rey, entraron en el servicio real, se les dio un puesto de importancia en la corte real.

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