Te doy gracias y te alabo, oh Dios de mis padres, de los patriarcas de la nación judía, que me has dado sabiduría y poder y me has dado a conocer ahora lo que te pedimos, aquello por lo que tan ansiosamente habían implorado. Él; porque ahora nos has dado a conocer el asunto del rey, precisamente lo que los caldeos habían declarado imposible.

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