Viste, es decir, la mirada del rey todavía estaba dirigida hacia esta imagen, hasta que una piedra fue cortada, siendo arrancada de una montaña arriba, sin manos, sin agencia humana, por un acto especial de Dios, que, al rodar desde la ladera de la montaña, golpeó la imagen en sus pies, que eran de hierro y barro, y los hizo pedazos.

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