No introducirás abominación en tu casa, para que no seas como ella cosa maldita, habiendo sido contaminado por el contacto con ella; pero la detestarás por completo, la contemplarás con el mayor horror y repugnancia, y la aborrecerás por completo, la considerarás con repugnancia; porque es cosa maldita. En los cristianos, esta actitud los mantendrá alejados de toda contaminación de la incredulidad y de los deseos de la carne.

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