REFLEXIONES

¡Mi alma! detente en la revisión que has hecho en este capítulo, tanto de los enemigos de Israel como del DIOS de Israel expulsándolos de su presencia. Trae a tu propio corazón las circunstancias de su estado espiritual y examina tu caso por el de Israel. ¿Ha descubierto que los mismos enemigos se oponen ahora a su bienestar eterno, en oposición a la conquista de Canaán por parte de Israel? ¿Has sentido su poder, has visto su malicia y has aprendido tu propia incapacidad total para abrirte camino a través de ellos? ¿Has descubierto, alma mía, a JEHOVÁ JESÚS, como el glorioso Capitán de tu salvación? como uno verdaderamente poderoso para salvar; como el SEÑOR tu DIOS en forma de pacto, el SEÑOR DIOS que puede, el DIOS fiel que los echará de delante de ti, hasta que todos sean consumidos? Y tu DIOS en CRISTO a la verdad ha comenzado por ti esta santa guerra; ¿Y ahora va delante de ti? en someter a los enemigos tanto dentro como fuera; los poderes de las tinieblas y el mundo de afuera, y los afectos y afectos corruptos de adentro; ¿Son estos tus puntos de vista y tus experiencias? Entonces bendice a DIOS por tus misericordias, y deja que los preceptos preciosos y las promesas preciosas, bellamente combinadas como están en este capítulo, sean tu consuelo y apoyen tu mente a través de la enseñanza del ESPÍRITU SANTO, durante el arduo, pero ciertamente exitoso, guerra.

¡Precioso, precioso JESÚS! a ti, a quien el PADRE ha dado por líder y comandante de tu pueblo, a ti te miro; y en tu querido brazo me apoyaría por completo. Nunca, nunca, bendito DIOS, me permites hacer las paces con ninguno de estos enemigos, ni por un momento entrar en ninguna liga de amistad con ellos. He aquí, SEÑOR, con tu fuerza juro que tus enemigos serán mis enemigos, y tu pueblo mi pueblo.

Y como mis ojos están hacia ti, y toda mi confianza está en tu gran salvación, tú me sostienes y me soportas a través de toda oposición, hasta que las hayas expulsado a todas delante de mí; y luego llévame a tu santo monte, para que contemple tu gloria, y me siente, según tu bendita promesa, en tu trono, como tú has vencido, y te has sentado con tu PADRE en su trono. Aun así, amén.

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