y toda la plata y el oro que encuentres en toda la provincia de Babilonia, en forma de ofrendas voluntarias de parte de los habitantes, con la ofrenda voluntaria del pueblo, es decir, de los judíos que aún viven allí, y de los sacerdotes, que voluntariamente ofrecían para la casa de su Dios que está en Jerusalén, en la medida en que quisieran contribuir voluntariamente,

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