Luego partimos del río Ahava, de la región del Éufrates conocida por ese nombre, el duodécimo día del primer mes, habiendo transcurrido algún tiempo durante el cual los levitas que fueron convocados se unieron a la caravana, para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de la mano del enemigo y de los que acechaban en el camino, tanto los ladrones organizados como los desorganizados del desierto.

"Realizar un viaje tan largo y tan arduo en perfecta seguridad es uno de los eventos más asombrosos registrados en la historia. Nada más que el cuidado vigilante de una Providencia superintendente podría haberlos llevado con seguridad a su destino".

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