Y el rey, más ansioso aún que el día anterior por conocer la petición de Ester, volvió a decirle a Ester el segundo día en el banquete del vino, repitiendo su promesa prácticamente con las mismas palabras: ¿Cuál es tu petición, reina Ester? y te será concedido; y cual es tu petición? y se cumplirá hasta la mitad del reino. Solo tenía que nombrar su deseo, y el rey pondría todos sus recursos a sus órdenes.

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