Entonces Ester, la reina, con todas sus emociones reprimidas estallando con un repentino torrente de palabras, respondió y dijo: Si he hallado gracia en tus ojos, oh rey, y si al rey le place, déjame mi vida. a mi petición y mi pueblo a mi petición; suplicó al rey que su propia vida y la de su raza pudieran ser salvadas, salvadas de la inminente calamidad;

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