Entonces la reina Ester respondió y dijo: Si he hallado gracia en tus ojos, oh rey, y si al rey le place, déjame mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi petición.

Ver. 3. Luego Ester la reina, etc. ] Ver Ester 5:7,8 . Como Abigail su familia, y la mujer de Abel la ciudad, así Ester con su sabiduría y humildad se libra a sí misma y a su pueblo, ducem sequens lucem fidei, líder que conduce la luz de la fe, como se dice de ella.

Que mi vida me sea dada por mi petición ] Heb. mi alma. Mira con qué discreción ordena sus palabras; poniendo estas dos grandes peticiones en la cabecera de su petición, que es simplex et non fucata, llana y francamente. La verdad es como nuestros primeros padres, más hermosa cuando está desnuda. Nuestras palabras en la oración deben ser neque lecta, neque neglecta, ni curiosas ni descuidadas; sino como las palabras de los peticionarios, claras, completas y directas.

Ester se cuenta aquí entre el resto de sus compatriotas pobres, libre entre los muertos, libre de esa compañía, y suplica por su vida y la de ellos juntos; porque el de ella incluso estaba ligado al de ellos. Mortis habet vicios quae trahitur vita genuitibus; vivir después de su muerte sería una vida sin vida; y de ahí su importunidad para los dos juntos, ya que estaban en su corazón, ad commoriendum et convivendum, si murieran no podría vivir.

La buena sangre no se creerá a sí misma. Esther no les había mostrado a sus parientes y personas hasta ahora que debía presentarse por ellos. Véase algo similar en Moisés, Hebreos 11:25 ; en Nicodemo, ese pájaro nocturno; Juan 7:51 , habla con valentía y silencia a toda la concurrencia; Juan 19:39 , con valentía suplica el cuerpo de Jesús; tampoco podía ocultarse más.

Seguramente, así como Salomón por prueba descubrió a la verdadera madre ramera, así Dios, en tiempos difíciles, descubre los afectos de su pueblo. Entonces, como José no pudo contener las lágrimas, tampoco ellos el ejercicio de su fe y caridad.

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