Y el Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas que se sientan. Sin previo aviso o advertencia, esta plaga cayó sobre Egipto como otra señal del omnipotente poder de Dios. Era una oscuridad sobrenatural, milagrosa, tan pesada que toda la luz de cualquier fuente se cortaba por completo y todos los hombres quedaban reducidos a la necesidad de tantear su camino.

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