Nuestro ganado también irá con nosotros; no quedará ni una pezuña. Fue una declaración audaz, como la que le correspondía al embajador del Dios Altísimo. Y la explicación debería haber satisfecho al rey; porque de ella debemos tomar para servir al Señor, nuestro Dios; y no sabemos con qué debemos servir al Señor hasta que lleguemos allá. Sabrían qué ofrendas deseaba el Señor solo cuando hubieran llegado al lugar donde el Señor se les revelaría.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad