Porque el Señor pasará para herir a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes laterales, el Señor pasará por encima de la puerta y no permitirá que el destructor entre a sus casas para herirlos. Con la sangre en su puerta, la destrucción no los golpearía, no porque la sangre en sí tuviera poderes tan extraordinarios, sino porque era el tipo de la perfecta y santa sangre de propiciación, la de Cristo.

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