Y Moisés extendió su mano sobre el mar, y el mar volvió a su fuerza, a su nivel habitual en todas partes, cuando apareció la mañana, antes que la faz de la mañana, como el amanecer dio paso a la luz; y los egipcios huyeron contra ella. Habían vuelto para huir hacia el lado occidental del mar y se encontraron con las aguas que fluían juntas desde ambos lados. Y el Señor derrocó a los egipcios en medio del mar, literalmente los sacudió en total desorden y confusión, llevándolos directamente a la cara de su destrucción.

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