Extendiste tu diestra, la tierra los tragó. Los milagros que el Señor había realizado en Egipto y sobre el ejército de los egipcios mostraron que un destino similar aguarda a todos los enemigos del Señor, que ningún hombre puede presentarse ante Él como Su oponente.

He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales y diles: Al atardecer comeréis carne, entre las tardes, al anochecer, antes del anochecer, y por la mañana os hartaréis de pan; y sabréis que yo soy el Señor, vuestro Dios. Sería otra prueba inconfundible de Su omnipotente poder.

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