Y lo recogían cada mañana, cada uno según su comida; y cuando el sol se calentaba, se derretía. Así, el Señor proveyó para su pueblo en su necesidad, pasando por alto misericordiosamente su debilidad, tal como lo hace hasta el día de hoy, como lo experimentan Sus hijos una y otra vez.

Y Miriam les respondió, ella y su compañía cantaron su estribillo al final de cada verso o estrofa, como lo cantaron Moisés y los hijos de Israel: Cantad a Jehová, porque ha triunfado gloriosamente, ha exaltado su majestad; El caballo y su jinete arrojó al mar. Cf v. 1. Todo el pueblo, hombres y mujeres, estaba así ocupado en el himno de alabanza y acción de gracias, participó en la fiesta en honor de Jehová, un excelente ejemplo para los creyentes de todos los tiempos.

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