Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Esa fue la solemne introducción del Señor a la legislación en el monte Sinaí, un recordatorio de la maravillosa liberación que había obrado cuando sacó a su pueblo de la tierra de Egipto, donde prácticamente habían sido esclavos. Tenga en cuenta que el Decálogo, como se da aquí, estaba destinado a los hijos de Israel y aplicaba sus principios a las circunstancias en las que vivían, con una forma de gobierno que fijaba cada detalle el Señor.

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