Si no se encuentra al ladrón, el dueño de la casa será llevado a los jueces, a los oficiales del gobierno correspondientes, para ver si ha puesto la mano sobre los bienes de su vecino. El objeto de la investigación era darle al señor de la casa la oportunidad de despejarse de sospechas, como si hubiera sido culpable de apropiarse de la propiedad de su vecino, que debía custodiar como lo hacía con la suya propia.

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